martes, 27 de marzo de 2012

Complices de pupitre




Este viernes me reencontré con compañeros del colegio, gente a la que no veía desde hace 27 años y he de decir que fue una experiencia muy agradable, que jamas se borrara de mi memoria. El tiempo nos ha tratado bien y ahora algunos somos padres de niños como aquellos que fuimos cuando nos conocimos.
Vinieron esa noche a mí esos recuerdos ocultos en mi subconsciente por años de madurez y pérdida de inocencia.
Recuerdos de esa etapa de la vida en la que todo el mundo era un mundo por descubrir, ese tiempo en que la más ínfima de las cosas se convierte en una incógnita que nos hace crecer poco a poco como personas. Recuerdos de recreo en un patio de colegio con bocadillo de paté en la mano, viendo a un grupo de chicos jugar al fútbol en un campo de polvo y tierra, con las rodillas y los codos plagadas de heridas de caer al suelo.
Recuerdos de una clase repleta de chicos y chicas, cómplices de pupitre que nunca pensaron en que sería de sus vidas cuando fueran mayores y que entonces cada cual a su modo, casi sin saberlo, eran felices.
Vienen a mi mente retazos de esos momentos de complicidad con tu amigo del alma, aquel al que le prometiste que jamas nada ni nadie nos separaría y al cual, el indolente e inmisericorde tiempo se encargó de hacerte romper esa promesa.
Esa infancia en la que descubrías ese primer amor en aquella niña de pelo azabache y ojos miel, el amor platónico que te debía de acompañar como una pesada losa a tu espalda haciéndote revolotear un montón de mariposas en el estómago y tartamudear al dirigirte a ella y el cual tu vergüenza nunca se atrevió a confesar.
Esas tardes de sueño en aquella clase al sol de primavera que hacia que te escaparas por el cristal de la ventana acompañando en su volar a aquellos gorriones que se posaban en las ramas del árbol del patio y te sacaban del sueño tedioso de una explicación de Mates.
Aquellas primeras vacaciones sin tus padres y en las que todo era una aventura, con esas noches de insomnio por la excitación de un día plagado de experiencias nuevas.
Este viernes volví a notar mi corazón trotar al galope como trotaba en el pecho de aquel niño de pelo largo y negro, con aquellas mejillas sonrosadas, esos ojos verdes y esa sonrisa pícara de aquel que hace 28 años subía las escaleras de su colegio para subir a clase.
Ese colegio era el TRABENCO, a él y a todos aquellos que como yo vivieron esto les dedico hoy mi pensamiento

martes, 20 de marzo de 2012

A mi Padre



 Ayer fue el día del padre, yo no llame al mio para felicitarle, no podía, no quería, en el fondo creía para mi mismo que de que sirve felicitarle... no es un poco absurdo, mi padre es mi padre siempre.
 Mi padre... 
Cuando crecemos es esa imagen en la que nos queremos convertir. La infancia nos hace verlo como un gigante cargado de sabiduría, leyendas y misterios. Mi padre es aquello en lo que yo deseaba convertirme en mi niñez, un hombre calmado, tranquilo y atento. Nunca nos falto su cariño y aunque no jugaba con nosotros siempre nos hablo como a un igual, nunca nos ha escondido la cara oscura del fracaso ni la alegría infinita del acierto. Pudo alguna vez no decirnos toda la verdad, pero nunca nos mintió. Si, era serio, pero siempre tuvo una sonrisa en su rostro para nosotros, aunque el hambre corriera por el cuerpo, porque un padre nunca quiere preocupar a un hijo.

En la adolescencia pase de la idolatría a la inquina de aquel que se convierte en tu carcelero y observa tus paso con recelo y control, pero aun así le quería. Le sabia sabio en una vida de sinsabores y de tristezas, sabia de su amor por mi y por mis hermanos, un amor que el jamas saboreo en su infancia con su padre (eran otros tiempos). El sabia todo de mi sin ni siquiera mirarme, estudiaba mi comportamiento y mi lenguaje corporal le daban las pistas de como hablarme, y siempre acertaba. Me quería y por que me quería debía de agarrarme al vuelo y no dejarme volar mas alto de lo debido para que al igual que Dédalo a su hijo Icaro, los rayos del sol no derritieran mis alas y me hicieran caer. El sabia cuan rápido puede el sol cegar a un joven y derretirle las alas sobre todo en un barrio marginal como el nuestro.

Le debo mucho de lo que soy y gracías a el siempre miro al caminar cual es mi siguiente paso.
El me enseño a ser honrado por encima de todas las cosas, a respetar a todos aunque no piensen como tu, a buscar el entendimiento antes que el enfrentamiento y a ser justo aunque eso te conlleve a tu sacrificio personal.
Marche pronto de mi casa y mi madre lloro. Mi padre muy al contrario sonrio con la sonrisa de aquel que siente que aflora un trozo de vacio en su corazón pero que sabe que hizo un buen trabajo no exento de momentos tensos, se sonrio pensando que su labor había terminado, aunque es una labor que nunca acaba realmente.

Ahora en la madurez de mi vida y ejerciendo yo la labor de padre tengo mejor relación con el que nunca y disfruto de maduras y candentes conversaciones sobre todas las cosas. Cuando nos juntamos toda la familia atisbo en su mirada algunas veces ese brillo en los ojos de aquel que sabe que su labor a dado un fruto de distinto sabor pero un buen fruto y yo lo noto en sus ojos.
Por eso y por otras muchas cosas, por esas muchas virtudes y por otros muchos defectos puedo decir que estoy muy contento con el padre que me ha tocado y que no lo cambiaría por ninguno.

Gracias PAPA.

 http://www.youtube.com/watch?v=gpOkURgetCU&feature=related


sábado, 17 de marzo de 2012

Buena Vida

 


 El día pasa lentamente como sin darnos cuenta, otro día más, aburrido, tedioso, cargado de ausencia contemplo como pasan las horas, acompañado de mi rutina diaria mientras en mi cabeza noto que se abren las ventanas que dejan pasar los pensamientos como sí fueran aire.
 Paseo por las calles conduciendo de una en una, igual que un glóbulo rojo que corre por la sangre de las venas sin preguntarse por que lo hace ni adonde va solo sabe que es lo correcto. Observó a la gente, la misma gente un día tras otro realizando la misma rutina, las misma preocupaciones diarias.
De repente veo algo que me llama la atención y despierta mi mente de su anodino letargo, un coche, solo es un coche pequeño cargado de sombras de lo que antes eran personas como tú y como yo, son drogadictos que van a por su trocito de falso cielo de la mañana a la cañada. Enfermos de un deseo de felicidad sin esfuerzo, de un paseo al país de la mentira, de un placer efímero que los deborará por dentro poco a poco, igual que el fuego que consume la leña, la absorbe toda su energía hasta que la convierte en ceniza muerta.
 Me adelantan, pasan ante mi mirada, veo sus rostros demacrados sus ojos sin brillo perdidos en un vacio que solo ellos pueden ver. Y no puedo más que esbozar una sonrisa en mi rostro cuando veo en el cristal de atrás de su coche una pegatina con dos palabras "Buena Vida".
Sonrío, no se sí será el destino que se burla de mi o que quiere transmitirme algún mensaje, pero lo cierto es que vuelvo a mirar mi vida y pienso que me alegró del aburrimiento del día a día, de como pasa para mi la vida lentamente y de como yo tengo la facultad de pensar que otros han perdido.
El coche se aleja de mi metiéndose donde nadie con buenas intenciones se atreve a entra en esta ciudad y veo alejarse a lo lejos las dos palabras ..."BUENA VIDA" bonito eslogan para una pegatina.
Hasta otra.