miércoles, 22 de agosto de 2012

Te extraño tanto Abuelo



Hoy hace 23 días y todavía me torturan esos cinco minutos. Hoy hace 23 días que no te tengo conmigo... y te extraño. Hoy hace 23 días que bese la frente fría y acaricie tu pelo, de la cascara que era tu cuerpo y note que ya no estabas allí Antonio.
Tu que tres días antes reías conmigo recordando tiempos que yo nunca viví a tu lado, pero que de tanto oírlos ya eran míos. Yo ya sabia que se te agotaba la vida Antonio, creemeque lo sabia, pero solo podía reír contigo y llorar por dentro.

Solo cinco minutos me hubieran bastado, cinco minutos para llegar a tiempo a despedirme de ti, porque aunque para el resto pudieras ser solo Antonio, para mi eras muy especial.

Tu que tantas veces miraste de frente, a los ojos a la muerte, diciendola "aún no" y a la que hasta hace 23 días esquivaste, tu que fuiste hijo de Antonio y de Maria, pero también del hambre de la miseria que pasaste, victima como tantos otros de una guerra sombría y gris a la que sobreviviste siendo solo un muchacho. Tu que sufriste el calor del sol del campo y de África reflejandolo en tu rostro para siempre.

Tu que cambiaste tu vida y la nuestra para siempre aquel siete de Noviembre de 1940, para dar lugar al inicio de aquello que ahora sin ti se desmorona y se deshace como hojas secas, eso que no es otra cosa que tu familia.

Tu terminaste tu vida igual que como empezaste tu prole con Martina (tu esposa y compañera durante 72 largos años)... enterrando a tus hijos y que solo tu y ella saben el dolor que eso puede causar.

Te debo tanto Antonio.

Crecí sobre tus rodillas y me senté a tu mesa para aprender a comer. Aprendí de ti el respeto, por aquel que pudo no haber ido a la escuela, pero al cual la pesada losa de la vida y del tiempo le dio los galones suficientes para merecer respeto. Porque al fin y al cabo que es lo que nos hace sabios si no es el tiempo y 92 años es mucho tiempo Antonio.
Quizá no fuiste un padre ejemplar ( nunca te vi ni abrazar, ni abrazado a un hijo) , quizá no fuiste un buen padre. Pero si que para mi siempre fuiste un buen abuelo.
Nunca necesitamos nada mas que una sonrisa burlona o una mirada penetrante para comunicarnos y aun así hablábamos. Crecí sobre tus rodillas sintiéndome querido por ti, porque a mi nunca me hiciste mas regalos que no fuera cariño. Aprendí a terminar el plato, a no sorber la sopa, a cortar el melón, a no cantar en la mesa, a guardar silencio si hablan los adultos, a rallar el pan duro, a hacer chorizos en compañía de la familia, a disfrutar de tus maravillosas “migas”, a ser ante todo honrado, a pedir perdón cuando hay que pedirlo, a cuidar a los pequeños, a no quejarme si la culpa es miá y tantas otras cosa que no terminaría nunca.
Son tantas, tantas pequeñas cosas que se guardan en la vida que solo las recuerdas cuando echas la vista atrás y al pensar en ellas, tu siempre estas hay.

La vida es una cruel compañera para según que gente y tu fuiste de esos Antonio, solo cuando le vejez te alcanzo en tu carrera por la vida aprendiste a querer a tu manera y a reír. Por que yo te he visto reir Antonio y mucho.

Te has marchado Antonio, pero quiero que sepas que te debo mucho de lo que soy y eso es un legado que aunque no lo creas estará siempre reflejado en mi persona. Y te llevare siempre dentro Antonio porque en el fondo todos en tu familia somos un poco de ti y a mi me ha tocado una parte enorme.

Hasta la vista Antonio, te debo tanto

Te quiero Abuelo