Hoy hace 23 días y todavía me
torturan esos cinco minutos. Hoy hace 23 días que no te tengo
conmigo... y te extraño. Hoy hace 23 días que bese la frente fría y acaricie tu pelo,
de la cascara que era tu cuerpo y note que ya no estabas allí
Antonio.
Tu que tres días antes reías conmigo
recordando tiempos que yo nunca viví a tu lado, pero que de tanto
oírlos ya eran míos. Yo ya sabia que se te agotaba la vida Antonio, creemeque lo sabia, pero solo podía reír contigo y llorar por dentro.
Solo cinco minutos me hubieran bastado,
cinco minutos para llegar a tiempo a despedirme de ti, porque aunque para
el resto pudieras ser solo Antonio, para mi eras muy especial.
Tu que tantas veces miraste de frente, a los ojos a
la muerte, diciendola "aún no" y a la que hasta hace 23 días esquivaste, tu que fuiste
hijo de Antonio y de Maria, pero también del hambre de la miseria
que pasaste, victima como tantos otros de una guerra sombría y gris
a la que sobreviviste siendo solo un muchacho. Tu que sufriste el
calor del sol del campo y de África reflejandolo en tu rostro
para siempre.
Tu que cambiaste tu vida y la nuestra
para siempre aquel siete de Noviembre de 1940, para dar lugar al
inicio de aquello que ahora sin ti se desmorona y se deshace como
hojas secas, eso que no es otra cosa que tu familia.
Tu terminaste tu vida igual que como
empezaste tu prole con Martina (tu esposa y compañera durante 72
largos años)... enterrando a tus hijos y que solo tu y ella saben el
dolor que eso puede causar.
Te debo tanto Antonio.
Crecí sobre tus rodillas y me senté a
tu mesa para aprender a comer. Aprendí de ti el respeto, por aquel
que pudo no haber ido a la escuela, pero al cual la pesada losa de la
vida y del tiempo le dio los galones suficientes para merecer
respeto. Porque al fin y al cabo que es lo que nos hace sabios si no es el tiempo y 92 años es mucho tiempo Antonio.
Quizá no fuiste un padre ejemplar (
nunca te vi ni abrazar, ni abrazado a un hijo) , quizá no fuiste un buen
padre. Pero si que para mi siempre fuiste un buen abuelo.
Nunca necesitamos nada mas que una
sonrisa burlona o una mirada penetrante para comunicarnos y aun así
hablábamos. Crecí sobre tus rodillas sintiéndome querido por ti,
porque a mi nunca me hiciste mas regalos que no fuera cariño.
Aprendí a terminar el plato, a no sorber la sopa, a cortar el melón,
a no cantar en la mesa, a guardar silencio si hablan los adultos, a
rallar el pan duro, a hacer chorizos en compañía de la familia, a
disfrutar de tus maravillosas “migas”, a ser ante todo honrado, a
pedir perdón cuando hay que pedirlo, a cuidar a los pequeños, a no
quejarme si la culpa es miá y tantas otras cosa que no terminaría
nunca.
Son tantas, tantas pequeñas cosas que
se guardan en la vida que solo las recuerdas cuando echas la vista
atrás y al pensar en ellas, tu siempre estas hay.
La vida es una cruel compañera para
según que gente y tu fuiste de esos Antonio, solo cuando le vejez te
alcanzo en tu carrera por la vida aprendiste a querer a tu manera y a
reír. Por que yo te he visto reir Antonio y mucho.
Te has marchado Antonio, pero quiero
que sepas que te debo mucho de lo que soy y eso es un legado que
aunque no lo creas estará siempre reflejado en mi persona. Y te
llevare siempre dentro Antonio porque en el fondo todos en tu familia
somos un poco de ti y a mi me ha tocado una parte enorme.
Hasta la vista Antonio, te debo tanto
Te quiero Abuelo
Muy bonito
ResponderEliminarLo presencie escasos minutos antes de morir las deje solas a ellas
Eliminardos baje en el ascensor te espere tres minutos nos miramos solo con la mirada supistes que erea cosa de instantes cuando salimos
del ascensor su vida se fue para siempre.
hoy leo tus cuarenta lineas dedicadas a el las cuales hacen que mis lagrimas broten por mis mejillas tu entenderas muy bien quien soy pavel mis lagrimas son para ti para ellas y para Antonio.